Hoy se cumple un año del intento de asesinato de nuestra compañera Cristina Fernández de Kirchner. Se trató del episodio de violencia política más grave desde el retorno de la democracia en Argentina. Pese a esto, el accionar judicial en este tiempo parece orientado la impunidad de los responsables.
Llamativamente (o no tanto), ni el fiscal Carlos Rívolo, ni la jueza María Eugenia Capuchetti fueron detrás del financiamiento de Revolución Federal y de los vínculos del macrismo con el atentado. ¿Por qué Nicolás Caputo, “hermano de la vida” de Mauricio Macri, pagó una suma millonaria a través de una empresa familiar? ¿Cuál es su vínculo con la llamada “Banda de los Copitos”? ¿No es grave para el poder judicial que Gerardo Milman, mano derecha de Patricia Bullrich y cuadro político del macrismo, anticipara el atentado a su entorno? ¿Por qué se esperó un año para peritar el teléfono de Milman, incluso después de que su propia secretaria informara que ya habían “limpiado” el teléfono en una oficina de Bullrich, actual candidata a presidenta de Juntos por el Cambio?
Tal como dijo Cristina, es necesario analizar contextos. A lo largo de estos años en varios países hermanos de Latinoamérica se desató una ola de violencia extrema que siempre tiene las mismas terminales políticas: quienes atentan son financiados o amparados por el poder económico, mientras las víctimas siempre son el Pueblo y sus representantes. A 40 años de su restitución, la Democracia argentina no es plena; se ve lesionada por los poderes fácticos y por una justicia hecha a la medida de quienes pretenden barrer con derechos elementales de la ciudadanía. La situación es grave, tenemos la obligación de advertirla y el compromiso de generar los escenarios para cambiar esta realidad.
La imagen aberrante de una pistola gatillada sobre la frente de la principal líder política del país y su intento de naturalización u olvido hieren profundamente nuestra Democracia. La búsqueda de impunidad no solo afecta a Cristina; afecta el presente y el futuro de los millones de argentinos y argentinas que queremos vivir en paz y debatir ideas y proyectos en un marco de respeto, búsqueda de consensos y aceptación democrática de las diferencias.
Desde Nuevo Encuentro exigimos y exigiremos Justicia y castigo a los responsables de este gravísimo atentado que no permitiremos que quede en el olvido.
