A La Nación no le sorprende que esa gravísima violación que señalan en la cadena de custodia de un elemento de prueba fundamental como lo es el celular del autor material, haya pasado en un juzgado manejado por una amiga de Stornelli.
A La Nación no le parecen escandalosos los pagos millonarios que el Grupo Caputo, de conocidas relaciones con el ex presidente Macri, le hizo a los líderes de Revolución Federal, y prefiere minimizar a “la banda de los copitos”.
A La Nación no le parece sospechoso que los abogados de “los lúmpenes” autores materiales sean asesores y asesoras de diputados del PRO.
A la Nación no le parece extraño que uno de los detenidos pida que lo defienda el fiscal Luciani, el mismo que con un discurso político dio un alegato final de acusación a Cristina Fernández por cadena nacional hegemónica.
A ellos no les conviene que se sepa la verdad, porque son el poder y mostraron que están dispuestos a hacer lo que sea para no perderlo. Incluso tratar de minimizar un hecho de violencia política de esta gravedad.
Argentina necesita dejar atrás la violencia, y aprender a resolver las diferencias democráticamente y en paz.