La Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar) es un organismo público que nació en el 2006 por la clara convicción política del entonces presidente Néstor Kirchner, pero que también debe su fortaleza a la participación ciudadana de una comunidad que decidió que era tiempo de apelar colectivamente a sus derechos constitucionales a un ambiente sano y presentar una demanda ante la Justicia.
Popularmente conocida como «Causa Mendoza», esta presentación judicial realizada en 2004 por habitantes del barrio Villa Inflamable, en el Municipio de Avellaneda, marcó un antes y después para toda la Cuenca, ya que, cuatro años después, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se expidió en un fallo histórico.
Desde la experiencia de gestión, sin dudas puedo afirmar que el fallo Mendoza es una herramienta ordenadora. La sentencia dictada el 8 de julio de 2008 comprende una serie de lineamientos divididos en nueve mandas judiciales que enmarcan el curso de acción para su cumplimiento que son ejes en los que hoy trabajamos desde Acumar.
Otro aspecto interesante del fallo se vincula con su perspectiva sobre el control institucional. La Corte implementó un sistema basado en tres ejes: a) control del manejo presupuestario, asignación de fondos y ejecución presupuestaria de todo lo relacionado con el PISA, como responsabilidad de la Auditoría General de la Nación; b) control judicial de ejecución de sentencia, atribuyendo competencias específicas en Juzgados Federales; y c) control de cumplimiento del Plan de Saneamiento mediante el fortalecimiento de la participación ciudadana, encomendando al Defensor del Pueblo de la Nación y a cinco Organizaciones de la Sociedad Civil la conformación de un Cuerpo Colegiado.
A 15 años del fallo Mendoza, el balance es claramente positivo respecto del funcionamiento de Acumar y de la implementación del Plan Integral de Saneamiento Ambiental en la Cuenca.
Desde su creación, la trayectoria del organismo ha atravesado distintas etapas. Los cuatro años del macrismo marcaron una etapa muy negativa. Esto se vio en la conducción no solo de Acumar sino del conjunto del Estado: una política de abandono absoluto. Puede verse cómo muchísimos proyectos se ralentizaron, o bien se suspendieron directamente.
Sin embargo, exceptuando ese corto periodo, se observa una trayectoria de avance en la gestión institucional de Acumar, sin dudas.
Nuestra gestión al frente de la Autoridad de Cuenca comenzó hace ya tres años y medio, por lo que se trata de la presidencia más extensa en la historia del organismo. Esta continuidad se ha mostrado esencial para garantizar la profundización de los proyectos y acelerar su tiempo de ejecución.
Desde 2020 hasta aquí, hemos avanzado mucho en un trabajo fuertemente articulado con todos los distritos. Se trata de una labor multidisciplinaria, integral, que necesita un abordaje de todos y todas, por eso también el organismo es interjurisdiccional.
Trabajamos con la misión de abordar los principales factores contaminantes actuales en la Cuenca, que son los efluentes cloacales, industriales y los residuos sólidos urbanos.
En este sentido, se puede destacar los grandes avances del Sistema Riachuelo, un trabajo muy importante que se ha hecho con AySA y con Malena Galmarini, al que seguramente en pocos meses podremos poner en funcionamiento. Hablamos de una megaobra como no se hizo en mucho tiempo, que va a ser un verdadero cambio de escenario para esta problemática ambiental.
También hay un trabajo muy importante en el Parque Industrial Curtidor de Lanús, donde se van a trasladar curtiembres, que son contaminantes importantes. Por otro lado, ya se trasladó a Cañuelas el ex Mercado de Hacienda de Liniers, que desde su creación en el siglo pasado fue una fuente directa de contaminación.
Estos grandes proyectos se acompañan de un trabajo constante y cotidiano con las industrias para que participen en los planes de adecuación ambiental. Continuamos también con la limpieza del río y sus arroyos, como una tarea diaria, que así tendrá que ser siempre. Estos proyectos se complementan desde una mirada integral con acciones de educación ambiental, recuperación del espacio público compartido, puesta en valor del patrimonio natural, cultural e histórico de la Cuenca, con la convicción de que es fundamental recuperar la relación positiva de la comunidad con su río para consolidar hábitos y prácticas de cuidado ambiental.
Trabajamos, entonces, para atacar la contaminación, para frenar ese proceso, y dar lugar al inicio de una segunda etapa, que también requiere un largo plazo, para recuperar y recomponer lo que fue contaminado.
En este escenario, desde Acumar elegimos que los 15 años del fallo Mendoza nos encuentren debatiendo y pensando colectivamente cómo seguirá el camino de recuperación de la Cuenca. Para ello, convocamos a una serie de eventos, que incluyó jornadas sobre control industrial, biodiversidad y ordenamiento territorial; una Audiencia Pública; y un seminario internacional sobre ríos urbanos, entre otras propuestas que tuvieron una respuesta muy positiva.
Creemos que es fundamental que la comunidad esté informada e involucrada en el proceso y que sus vivencias, experiencias y conocimientos sean aportes esenciales para seguir avanzando en formas sostenibles de habitar la Cuenca.
La participación de las, les y los vecinos fue indispensable para iniciar este camino de saneamiento y no tengo dudas de que será determinante en su futuro. Construyamos juntos el camino a seguir para la Cuenca que soñamos.