11 abril, 2020

Resignar algunos millones (de pesos) para que muchos millones (de argentinos) puedan vivir

La Mesa Nacional de Nuevo Encuentro expresa su absoluto respaldo a la iniciativa por la cual se promueve un impuesto extraordinario a quienes poseen fortunas también extraordinarias, para afrontar la emergencia sanitaria, social y económica que padece el país, a raíz de la expansión mundial del virus Covid 19.

La Mesa Nacional de Nuevo Encuentro expresa su absoluto respaldo a la iniciativa por la cual se promueve un impuesto extraordinario a quienes poseen fortunas también extraordinarias, para afrontar la emergencia sanitaria, social y económica que padece el país, a raíz de la expansión mundial del virus Covid 19. Es hora de que el uno por ciento más rico de Argentina haga un aporte especial para nutrir al Estado de parte de los recursos que necesita para atender la salud del 99 por ciento restante.

Una parte ínfima de la sociedad acumula riquezas extremas. Esa centésima parte de la población multimillonaria del país está integrada por unas pocas corporaciones productivas, sectores de la especulación financiera, inmensas cadenas comerciales, pulpos de la agroexportación, contratistas del Estado, empresarios de la energía o la industria farmacéutica y holdings mediáticos. Todos ellos tuvieron, durante mucho tiempo, la oportunidad de ampliarse y acumular miles de millones de divisas en Argentina y el exterior, que en gran medida aún están ocultas a los ojos del Estado y del Pueblo, merced a complejas redes de lavado de dinero.

Aunque el coronavirus no hace distinción por volumen patrimonial, a nadie escapa que quienes más riqueza poseen están en condiciones cuantiosamente mejores de sobrellevar el aislamiento social preventivo. La inmensa mayoría de argentinos y argentinas -desde los más pobres hasta los pequeños o medianos comerciantes e industriales- padece las consecuencias de esta cuarentena y requiere de un Estado que intervenga rápido y en forma eficaz, como lo viene haciendo nuestro Gobierno desde el inicio de la pandemia.

La emergencia demanda más recursos públicos, para invertir en espacios sanitarios, personal e insumos médicos, camas, barbijos, respiradores o medicamentos para pacientes y enfermos; también en alimentos, abrigo o energía para quienes están desamparados y en subsidios o créditos para jubilados o pymes. Recursos que, sin duda, son extraordinarios –porque ningún país del mundo está preparado para afrontar una tragedia como la actual sin tomar medidas especiales y urgentes- y que, paralelamente, se vuelven más escasos como consecuencia de la caída de la actividad económica que deriva de la cuarentena.

Por ello, además del esfuerzo que hacemos 40 millones de argentinos y argentinas para cuidarnos y paliar la crisis y la angustia, además del compromiso del personal de la salud y de la ciencia, además del sacrificio de trabajadores y trabajadoras del sector de servicios, de la seguridad o de la administración pública, además del coraje, la fortaleza y la iniciativa de nuestro presidente, nuestros gobernadores y gobernadoras, nuestros intendentes y la gran mayoría de quienes representan los intereses populares, es hora de que aquellos y aquellas que acumulan cientos de millones en sus cuentas bancarias hagan un aporte extraordinario en pos del 99 por ciento de la sociedad, que es en definitiva, una contribución al país que les permitió vivir como viven.

Sabemos que no será fácil. Cada vez que en Argentina se propuso aplicar impuestos a la renta extrema como ocurre en otros países desarrollados del mundo, las campañas se vuelven furiosas contra las y los representantes políticos. Los más ricos de los ricos prefieren financiar tendencias en las redes sociales y operaciones en los medios de comunicación antes que hacer el esfuerzo solidario que pueden y les corresponde hacer. Pero la urgencia de estos días no admite ninguna dilación por dura que sea la campaña de descrédito.

La opción es clara. Se trata de la vida y la salud de decenas de millones de compatriotas o del mantenimiento intacto de las fortunas y los privilegios de unos pocos. Nadie dejará de ser rico ni extremadamente rico por este impuesto. Ninguna de esas familias adineradas dejará de tener la vida plena de comodidades que tiene. Solo se trata de que en esta coyuntura gravísima de nuestra historia, esas personas afortunadas hagan su aporte para que la inmensa mayoría no sufra.

Se trata de resignar algunos millones para que muchos millones puedan vivir.

Mesa Nacional de Nuevo Encuentro

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